viernes, 12 de diciembre de 2014

"The Golden Age of Chocolate"

A pesar de haber practicado por más de una semana, sentí esas incómodas pero emocionantes cosquillitas en la barriga minutos antes de la audición. Mi mente empezó a divagar y a considerar todo lo que podía salir mal: ir fuera de tiempo, tropezar, olvidar la letra de la canción... 

Por algún motivo que desconozco me vuelto extremadamente creativa cuando a predicciones fatalistas se refiere. 

Luego de explicar la obra y lo que esperaban en la audición, las profesoras hicieron salir a todos para que uno por uno entrara a cantar. Tuve el primer turno. Mientras subía los escalones del escenario sentí mis manos sudar y las limpié con mi pantalón con la esperanza de que nadie lo notara. No lo podía negar: ¡Estaba muerta del miedo! 

Caminé hasta el centro del escenario y tardé unos segundos en ajustarme a la brillante luz. Una de las profesoras dijo el título de la canción "The Golden Age of Chocolate" y la música empezó a sonar. Respiré profundo y deseándote la mejor de las suertes bajé de la tarima. 

Lo hiciste genial. Cantaste con el alma y el corazón, recordaste la letra y no te saliste del tiempo. Las profesoras estaban encantadas con tu carisma y te felicitaron por tu audición. Bajaste feliz del escenario y me preguntaste: "¿Cómo lo hice?". Y yo llena de orgullo te abracé y te dije: "lo hiciste perfecto". 

Qué alegría me da que tengas la oportunidad de vivir tantos momentos de felicidad y que cada día estés más cerca de cumplir tus sueños. 


sábado, 29 de noviembre de 2014

Mi motivo para sonreír

Amo dormir, más que comer, más que bailar. Dormir es un tesoro preciado para mí. Sin embargo, con frecuencia olvido mi amor por el descanso y me acuesto tarde en la noche. Pocas horas después, me despierta esa necia alarma gritando que debo dejar de soñar.


Con pereza me estiro y lentamente abro los ojos, todavía enojada por ese sonido que me interrumpió el sueño y deseando dormir un poco  más. En ese momento me acuerdo de ti, mi motivo para sonreír. Recuerdo que tengo el trabajo más divertido con el chico más divertido, y me lleno de alegría y expectativa sobre qué sorpresa nos traerá hoy el día. No todos tienen mi fortuna: tocar la vida de otro. No todos tienen mi fortuna: que día tras día tú toques la mía. 

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Tiene, no es.

Estos últimos dos años he vivido el poder destructivo y antagónicamente creador que pueden tener las palabras. La manera en que nos referimos a un ser humano puede definir el curso de su vida.

Al decir que un niño es autista lo estamos limitando a un diagnóstico, a un conjunto de características y déficits que describen sus dificultades para vivir la vida de manera funcional. Le estamos cerrando las puertas a un sinfín de oportunidades en las cuales se desarrollaría como individuo; lo estamos encasillando en una palabra.

Hace dos años pensé que conocí a un niño autista, ¡pero me equivoqué! Conocí a un niño feliz, enérgico, organizado, puntual, divertido, con una gran creatividad y un corazón de oro. Él no es autista, él tiene autismo, y es capaz de lograr todo lo que sueñe y más.