sábado, 29 de noviembre de 2014

Mi motivo para sonreír

Amo dormir, más que comer, más que bailar. Dormir es un tesoro preciado para mí. Sin embargo, con frecuencia olvido mi amor por el descanso y me acuesto tarde en la noche. Pocas horas después, me despierta esa necia alarma gritando que debo dejar de soñar.


Con pereza me estiro y lentamente abro los ojos, todavía enojada por ese sonido que me interrumpió el sueño y deseando dormir un poco  más. En ese momento me acuerdo de ti, mi motivo para sonreír. Recuerdo que tengo el trabajo más divertido con el chico más divertido, y me lleno de alegría y expectativa sobre qué sorpresa nos traerá hoy el día. No todos tienen mi fortuna: tocar la vida de otro. No todos tienen mi fortuna: que día tras día tú toques la mía. 

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Tiene, no es.

Estos últimos dos años he vivido el poder destructivo y antagónicamente creador que pueden tener las palabras. La manera en que nos referimos a un ser humano puede definir el curso de su vida.

Al decir que un niño es autista lo estamos limitando a un diagnóstico, a un conjunto de características y déficits que describen sus dificultades para vivir la vida de manera funcional. Le estamos cerrando las puertas a un sinfín de oportunidades en las cuales se desarrollaría como individuo; lo estamos encasillando en una palabra.

Hace dos años pensé que conocí a un niño autista, ¡pero me equivoqué! Conocí a un niño feliz, enérgico, organizado, puntual, divertido, con una gran creatividad y un corazón de oro. Él no es autista, él tiene autismo, y es capaz de lograr todo lo que sueñe y más.